A continuación les presentamos
una adaptación parcial del valioso y pertinente texto Hacia una verdadera lectura crítica del
profesor Luis Fernando García Núñez:
La lectura crítica es un
ejercicio de la inteligencia que solo se puede realizar si se alcanzan ciertas
habilidades lingüísticas. De modo que tiene unas etapas básicas que se deben
considerar para que se produzcan los efectos que se quieren.
Es decir, no hay manera de leer
de forma crítica si no se ha aprendido a leer de forma racional, o sea, a
superar la etapa simple de unir letras y luego palabras hasta acabar o concluir
con un texto definitivo. Esa es la lectura que hacemos cuando aprendemos a
leer.
Por otra parte, en la lectura
entretenida -mejor recreativa-, el lector novel forja o moldea unas destrezas
que inevitablemente lo convierten en un lector crítico. La lectura de estudio
-o mejor informativa- apuntala unas estrategias primarias para constituir los
criterios de ese lector que todos buscan con ansiedad.
Sobre todo se deben entender las palabras como realidades objetivas o
subjetivas, que representan "un objeto o un proceso, o una relación entre
objetos o procesos; la palabra ha surgido a partir de la necesidad de esta
representación. Dicho de otro modo, la palabra es portadora de contenidos que
recoge del mundo y que entrega al que la lee o la escucha, evocando estos
contenidos en su conciencia" (Maggi, 1988, 187).
Debemos contemplar unas etapas que vamos a considerar en este
documento. Partimos ahora de tres pasos
en un primer estadio, vital para
comprender todo el proceso:
1. Aprender a leer: descubrimos el alfabeto o abecedario y luego
unimos vocales y consonantes para "graficar" sonidos: m con a = ma, m
con a = ma = mamá.
2. Las estrategias de aprendizaje acuden con frecuencia a la imagen
para "sugerir" la palabra.
3. Luego leemos textos más extensos sin considerar los planos
concretos del pensamiento. Todavía no imaginamos, no discurrimos. Ahí termina
la primera etapa que casi siempre se vincula con la escritura: planas y frases
u oraciones, lecturas primarias y observaciones mínimas. No obstante, se intuye
un nuevo proceso comunicativo y ese lector descubre el encanto que hace posible
un nuevo contacto con otras formas de pensar.
En un segundo estadio se deben considerar dos partes básicas. El
lector registra, descubre o adivina que el texto escrito es una representación
del lenguaje hablado. ¡Todo un descubrimiento!
1. Proceso sensible que permite (dicen los comunicólogos) develar y
crear unas habilidades decodificadoras que empiezan a establecer relaciones
significativas y simbólicas muy elementales que son, sin embargo, primordiales
para la construcción del lector analítico y reflexivo.
2. Luego, casi simultáneamente al proceso sensible, se presenta un
proceso de intuición que pone énfasis en la dinámica creadora. Aquí hay un
reconocimiento de las palabras y se refuerza la capacidad interpretativa que se
transforma en un componente cognitivo que crea las primeras unidades básicas
con significado: frases y oraciones que permiten una comprensión del discurso y
un primer paso hacia la lectura crítica.
En el tercer estadio, el lector debe adquirir unas pericias
específicas y podrá captar los mensajes que encierra un texto, aunque podemos
decir que todavía no se revela el lector "total". Un niño de primaria
debe estar en este nivel, pero aún requiere de otras herramientas para lograr un
nivel óptimo, capaz de transformar sus lecturas en información que le permita
unos grados recomendables de interpretación,
de reconocimiento y valoración de la información. En esta etapa podemos
hablar de unas destrezas muy particulares y de la capacidad de registrar lo
visual y lo auditivo.
En esta fase tenemos dos niveles básicos:
1. Habilidades de reconocimiento en las cuales el lector establece las
correspondencias entre lo visual y lo fonético, con lo cual entra en posesión
de las claves finales y pretendidas para la decodificación de los textos.
2. Habilidades significativas o semánticas con las cuales reconoce
plenamente las palabras, explora los sentidos, intuye los mensajes, precisa los
alcances de los textos: piensa, crea, argumenta, se informa e informa,
construye los discursos, evalúa las diferencias y las similitudes. Un bachiller
colombiano "debería" estar en este nivel: esta sería una de sus
competencias lingüísticas básicas para ingresar a la educación superior.
Un primer desenlace
"No hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón
primordial por la cual debemos leer. A la información tenemos acceso ilimitado;
¿dónde encontraremos la sabiduría? Si uno es afortunado se topará con un
profesor particular que lo ayude; pero al cabo está solo y debe seguir adelante
sin más mediaciones.” (Bloom, 2000, 21).
Todos los días, sin embargo, debemos decirlo y decirlo a todos. No
solo a los estudiantes: necesitamos lectores, buenos lectores. ¿Dónde están?
"Podemos ser profesores en alguna escuela, colegio, o universidad. Tengo
la esperanza de que la mayoría de nosotros, los maestros, sepamos que no somos
lectores expertos, y de que no solamente nuestros estudiantes no pueden leer
bien, sino que nosotros no podemos hacerlo mucho mejor.” (Adler, 1967, 23).
Solo que muchas veces nos inventamos patrañas como las de la erudición y la
pericia. Si bien es cierto que sabemos algo más que nuestros mejores
estudiantes, no debemos dejarnos engañar por patrañas; de lo contrario no
seríamos más que farsantes, agrega Adler.
El lector ideal tiene una "cierta" experiencia, unos niveles
de comprensión que la Biblioteca Práctica de Comunicación, tomo 3, Lectura y
memorización (p. 97), divide en cuatro:
1. La comprensión cero supone la simple conversión de los signos
escritos en fonéticos. Aquí, como ya dijimos, solo se identifican letras y
palabras, sin captar el significado.
2. La comprensión literal es superficial. El lector apenas llega a una
comprensión mínima, en la cual se
reconocen oraciones, párrafos, capítulos. El lector logra apenas identificar
situaciones, relaciones espaciales, temporales y causales.
3. En la comprensión inferencial el lector va más allá del texto
explícito y reconoce los sentidos implícitos en el mismo: deduce e interpreta
las intenciones y propósitos del autor, sus pensamientos, juicios y aseveraciones,
estado de ánimo y actitudes.
4. En la comprensión crítica -la del lector ideal- se demandan métodos
de apreciación y procedimiento por parte del lector sobre lo leído, con el
propósito de desarrollar los elementos y fundamentos que le permitan
considerar, en forma adecuada, las ideas expresadas por el autor. Esta
comprensión supone concluir implicaciones, obtener generalizaciones no
establecidas por el autor, especular acerca de las consecuencias, distinguir
entre hechos y opiniones, entre lo real y lo ficticio, y elaborar juicios
críticos sobre fuentes, la credibilidad y la competencia del autor.
"Ciertamente todo ello y más está involucrado en saber leer y
saber leer y aprender a partir de los textos escritos" (Instituto
Cervantes, 2010, 19).
(García N., Luis F. (2013). Hacia una verdadera lectura crítica. Revista Interacción. (Número 55),
Bogotá, D. C. Recuperado de: https://www.cedal.org.co/es/revista-interaccion/hacia-una-verdadera-lectura-critica
)
Desde otro enfoque, Rivas y Saiz (2012) afirman que:
Son muchas las concepciones que hay sobre pensamiento crítico, por lo
que es necesario precisar cuál es la que nosotros defendemos. Nuestra tesis es
que razonamos y tomamos decisiones para resolver problemas o lograr metas.
Dentro de este planteamiento concebimos el pensamiento crítico como una teoría
de la acción. Pensar críticamente no es solo profundizar en el terreno del buen
juicio y de la buena argumentación. Es imprescindible que esa buena reflexión
demuestre que sirve para resolver problemas o alcanzar metas, considerando así
a la argumentación como un medio, no un fin. Concebimos el pensamiento crítico
como una acción que nos obliga a poner en práctica nuestros planes. Desde esta
perspectiva, el pensamiento crítico descansa en tres habilidades fundamentales:
razonamiento, solución de problemas y toma de decisiones. El pensamiento tiene
que cambiar la realidad, no solo nuestras ideas, debe servir para algo más que
producir conocimiento, debe resolver problemas. La vertiente aplicada del
pensamiento crítico, termina en la acción, en resolver los problemas con
eficacia y en tomar decisiones sólidas. Y para esto, es imprescindible una
buena reflexión. Por lo tanto, razonar,
decidir y resolver deben plantearse como mecanismos de pensamiento
inseparables y dependientes unos de otros. Con una buena reflexión se diseña un
buen plan de acción, que se ejecuta con buenas estrategias de decisión y de
solución de problemas.
(Rivas, Silvia F. y Saiz, Carlos (2012). Validación y propiedades psicométricas de la
prueba de pensamiento crítico PENCRISAL. Revista Electrónica de Metodología
Aplicada Vol. 17 nº 1, pp. 18-34, Universidad de Salamanca.
Si desea saber sobre la evaluación del Pensamiento Crítico, continúe
leyendo esta interesante investigación a través del enlace que indicamos
arriba.
Desde un mapa conceptual podemos sintetizar que: (Haga clic en el mapa si desea una mejor vista)
Desde un mapa conceptual podemos sintetizar que: (Haga clic en el mapa si desea una mejor vista)
Imagen del mapa conceptual tomada de: EL PODER DE LA LECTURA (Blog de Anasilvia Murrugarra Tarma)
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